viernes, agosto 20, 2010

Y qué de tus valores

Los valores están presentes desde los inicios del hombre. Para éste, siempre han existido cosas valiosas: el bien, la verdad, la belleza, la felicidad, la virtud. Sin embargo, el criterio para darles valor ha variado en el pasar de los años.

Los valores son cualidades que nos benefician a todos por igual, se dan en la medida en que se obtienen y se obtienen en la medida en que se dan. Entre los que más se destacan se encuentran: La libertad, la honestidad, la responsabilidad, la igualdad, la disciplina, la puntualidad, la lealtad, la humildad, el respeto, la tolerancia y el diálogo; la solidaridad, la justicia, la equidad, la fidelidad, la prudencia, la perseverancia, la integridad; aunque existe una diversidad no menos importante, todos forman la columna vertebral para regir y dirigir las acciones del hombre en sociedad.

Los valores siempre son y serán una guía que nos permita conducirnos por el camino correcto, así que se requiere siempre reforzarlos, transmitirlos, y del compromiso de aplicarlos en su exacta y justa dimensión. Esto nos permitirá en algún momento de nuestras vidas –del que espero poder disfrutar-, estar en una sociedad justa y equitativa.


“Hablar de valores es una cosa, pero vivirlos es otra”.


Llenarnos la boca recitando sobre la dignidad, la igualdad, lo justo, lo correcto y lo importante, es bastante fácil. El vivir con y dentro de valores requiere de esfuerzo, concentración y perseverancia. Vivir los valores es tener la conciencia de lo importantes que son y por lo importantes que son, hacer de ellos tu forma y estilo de vida. Una sociedad basada en individuos con valores es la clave para una convivencia sana. Las leyes no son suficientes. En ellas se establece solo lo básico para asegurar una convivencia relativamente decente y sus consecuencias ante la violación de esos cánones. En una conversación sostenida recientemente con mi padre él me decía: “…no es suficiente con solo cumplir la ley, y cumplirla no me convierte necesariamente en un hombre justo”. Los valores van mucho más allá de cumplir la norma, son la raíz de las cosas.


Para vivir los valores, hay que estar consciente de que son vitales, y que sólo éstos pueden cambiar la conducta y comportamiento de una persona, de una familia y de una nación. Cuando aceptamos los valores, como doctrina de vida, hay que analizar claramente cuáles son la base de tu vida. Aquí podríamos establecer dos clases: los que ya tienes y los que quieres tener.


No basta descubrir los valores ni basta incluso tener la capacidad de recitarlos como estrofas del himno nacional, es necesario cuidarlos, alimentarlos y educarlos cual hijo indefenso que busca de su madre refugio, pues las personas se desarrollan para mejorar continuamente como parte del actuar cotidiano. Hablar de respeto es hablar de los demás. Es establecer mi límite y saber que a partir de ahí se encuentra el respeto de los demás.


Podemos cometer el error de decir que conocemos y vivimos los valores, pensando que "somos buenos" de forma elemental: "si no engaño o miento, entonces soy honesto". La sociedad exige un comportamiento digno en todos los que participan de ella, pero cada persona se convierte en un promotor de valores, por la manera en que vive y se conduce. Lo primero que debemos hacer para conocer los valores, es desarrollar nuestra capacidad de observación, atendiendo, primero, a todo lo que se refiere a nuestra persona: hábitos, actitudes, modales y la forma en la que nos relacionamos con las demás personas, y segundo, distinguiendo con claridad las actitudes positivas y negativas que tenemos.


¿Pero entonces qué debemos hacer para cultivar y promover el uso de los valores? Aquí les dejo una propuesta: Empezar por practicar los valores individualmente y luego tratar de promoverlos en la sociedad.


“Lo importante en la vida no es tu posición, sino tu disposición”

1 comentario:

Elaine Wagner dijo...

Excelente Luis. Qué gusto saber de que aún habemos mujeres y hombres que nos preocupamos por la conservación de los valores. Entiendo, incluso, atinado lo que escribes por el hecho de los grupitos (dizque movimientos sociales) que hay por ahí vociferando y pidiendo supuestas igualdades, de los que personalmente entiendo son, en su mayoría, unos aprovechadores.